EL FUERTE DE SAN FELIPE

sábado, 4 de julio de 2009

El fuerte de San Felipe, el fuerte de "la Peña", antes de la obra llevada a cabo hace unos días y cómo ha quedado después de ella


EL PATRIMONIO DE ENCINASOLA




El patrimonio arquitectónico de Encinasola es muy escaso, realmente se reduce a la iglesia parroquial, dos fuertes y los restos del castillo de San Miguel, que este es su nombre. No sin esfuerzo, podríamos incluir en este catálogo el molino del Francés, la chimenea de “la máquina vieja” y las cuatro ermitas, aunque el valor de estos sea más emotivo que artístico.



O estamos mal informados o tanto los restos del castillo como los dos fuertes se encuentran bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español y, además, en 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.



Pero si escaso es el patrimonio de Encinasola no ha sido por falta de interés de sus vecinos, pues, a pesar de las penurias económicas que endémicamente han padecido, siempre se han esforzado en llevar a cabo los sacrificios que en cada momento fuesen necesarios para su conservación y reparación.



Prueba de esta última afirmación son la sustitución de la campana María, a principios del siglo XVIII; el dorado del altar mayor, que se realizó en 1715 y que supuso el importante desembolso de 14.000 reales. Pero no es necesario remontarse a tiempos lejanos, pues en la mente de todos están las restauraciones de varias imágenes sagradas, la reconstrucción de la bóveda de la ermita de los Mártires y la sustitución de una campana, pues todas estas obras se han llevado a cabo recientemente.



Que los fuertes constituyen la parte más importante del escaso patrimonio de Encinasola queda avalado por ser unas fortalezas construidas para defender la villa de los ataques portugueses durante la Guerra de Restauración. Fueron levantados con gran esfuerzo y sacrificio, entre 1642 y 1648.



Las imágenes de los fuertes, junto con la peña de Morillo, han constituido los símbolos representativos del pueblo. Estas dos fortalezas y la mencionada peña de Morillo han sido los puntos de reunión y los lugares en los que los niños de Encinasola han pasado sus horas de juegos, lo que incremente el valor sentimental de estos lugares.



El término municipal de Encinasola se encuentra integrado en el Parque Natural de la Sierra de Aracena y Picos de Aroche y, por esta razón, para poder realizar cualquier obra es preceptivo que previamente se realice un complejo proceso que determine si la misma puede constituir un impacto medioambiental.



Por si todo esto fuera poco, si cualquier persona intentase modificar la estructura o reformar el aspecto exterior de la iglesia o de alguno de los fuertes parece que necesitaría permiso del organismo encargado de velar por el patrimonio andaluz o nacional.



Hace años, uno de los fuertes, el de San Juan, sufrió una agresión en su estructura con el fin de emplearlo como Punto de Información del Parque Natural. Una modificación que el marocho no entendió, pues fue considerada innecesaria ya que para cumplir tal función habría sido suficiente con modificar su interior, respetando su forma y aspecto externo.


Si mal se entendió aquella agresión, aún menos puede comprenderse la restauración a la que hace unos días ha sido sometido el fuerte de San Felipe, el fuerte de la peña.


Cuando vemos el aspecto que esta fortaleza ofrece nos hacemos un sinfin de preguntas. Entre otras cosas, nos preguntamos si puede alguien explicar cómo esta obra ha superado los trámites que ha de cumplir cualquier obra que se realice dentro del Parque Natural


¿Es posible que esta obra haya recibido el beneplácito de las distintas Administraciones y de los expertos en arte?, ¿Qué arquitecto ha proyectado semejante ataque, no sólo a la Historia, al Arte y al Patrimonio sino también al buen gusto? ¿Puede alguien dar respuesta a estas preguntas?


Consideramos que las obras realizadas en el fuerte de San Felipe eran totalmente prescindibles. La fortaleza no corría ningún riesgo. Si era necesario emplear una importante cantidad de Euros había otras obras que sí que precisan ser restauradas de forma inmediata. Si quienes tienen que determinar cuales son estas obras no han sabido encontrarlas, permítanme que les diga que se aproximen al altar mayor de la iglesia parroquial y lo encontrarán lleno de carcoma. ¿No habría sido más apropiado emplear en esta obra de arte los miles de Euros que se han tirado, al tiempo que se destruía un símbolo del pueblo?



Esperemos que los componentes del Ayuntamiento manifiesten cual ha sido el proceso por el que el fuerte ha sido destruido de forma tan grosera, pues no sería justo que si nada han tenido que ver en ello sus nombres quedaran ligados para siempre con semejante acto.



Es de justicia que se sepa quien es el responsable y, como suele hacerse con toda obra que se precie, sería también de justicia que se adosara una lápida al fuerte en la que quedasen reflejados los nombres de los responsables y la fecha en que se llevó a cabo la restauración de esta fortaleza.
Puede que alguien alegue que en la restauraciónse ha empleado el mismo tipo de argamasa que se empleó en su construcción, pero es fácil que comprenda que lo que se ve no es la torre artillera de argamasón de cal construida en el siglo XVII, sino una mole de hormigón sin ninguna conexión con el pasado.

¡Y había quien se quejaba de la antena de telefonía que se encuentra en sus inmediaciones!